La triste historia de nuestra editora...
Era abril y se acercaba el día de las madres, estaba en secundaria y conocí a mi chico ideal, siempre supe de su existencia pero a la vez no se porque nunca hablamos.
Sabía bailar, era muy carismático, tiene ese no se que, y cuando lo veía cantar, mi corazón se derretía, podría haberlo visto por horas sin aburrirme. Nuestra primera conversación fue sobre un paso de baile que quería intentar para el festival, y el me hizo volar en todos los sentidos, y me dio la confianza de que al bajar el estaría ahí para atraparme.
Físicamente me trataba muy lindo, me respetaba y siempre era muy delicado conmigo. Pasaba todos los recesos abrazada con el, bailando, hacía mis días mejores, era como verme a mi misma.
Nos dimos nuestro primer beso y las mariposas aletearon en mi estomago.
Llegó el día en que acariciando mi mejilla se declaró oficialmente y me dijo que si quería ser su novia y yo sin dudar dije que claro que quería pero antes lo comentaría con mis padres, porque quería que todo saliera a la perfección.
Desamor
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